lunes, 24 de septiembre de 2018

Walser, traductor del limbo. De Vanesa Guerra Librería Volcán Azul, Córdoba, 23 de Agosto de 2018. Presentación por Claudia Salazar Jiménez





Walser, traductor del limbo
De Vanesa Guerra

Librería Volcán Azul, Córdoba, 
23 de Agosto de 2018. 


Por
 Claudia Salazar Jiménez





Hace algunos años, en un agosto como ahora, pero de 2012, al que Vanesa se ha referido como “uno de los fines de semana más alocado de su vida”, la escuché hablar por primera vez de Walser. Y en esa habla, también la idea de lo que sería este libro que presentamos hoy. Recuerdo la pasión de Vanesa al hablar de este autor, del que yo tenía alguna referencia por el texto La loca de la casa de la española Rosa Montero, en referencia a la crisis que le impidió seguir publicando y su posterior internamiento en un hospital mental. Recuerdo también haber adquirido algún tiempo después tres libros de Walser, pero no recuerdo si fue en Lima, o en Buenos Aires o quizás en Madrid. Recuerdo que, entre obligaciones y trabajos, los libros quedaron en el anaquel, esperando.

El año pasado, de visita en Buenos Aires, Vanesa anunció que el libro de Walser estaba por salir. Y hace algunas semanas, a casi un año de su publicación, coordinamos esta presentación en Córdoba. Pensé entonces que debía leer a Walser antes de leer el ensayo de Vanesa. Comencé entonces, por recomendación suya, con El bandido. Con esta novela, me sucedió algo que raramente me pasa: la novela me expulsó. Habré intentado comenzarla y seguirla tres veces y el resultado es bastante similar: la novela me deja en la intemperie. Leí entonces el ensayo de Vane, más que para preparar esta presentación, por el motivo más vital de entender esta expulsión que me provocaba el texto de Walser.

Vanesa Guerra escribe un paseo. Una invitación y bienvenida a recorrer la multiplicidad de lo que ella llama la lengua Walser, en siete capítulos donde más que una interpretación, Vanesa propone una caminata de siete capítulos por las constelaciones de sentido Walserianas, tanto en sus novelas como en las resonancias de su escritura en otros autores como Jelinek, Deleuze, Hoffman, Freud, Walter Benjamin, Macedonio Fernández. Leer a Walser, parece proponernos Vanesa, es leer a otros.

Esta lengua Walser, “es y sólo es, desvaneciéndose” (22). Vanesa articula un modo de comprensión de lo literario a la que cierta crítica debería prestar más atención. Ella no propone una hermenéutica o pura exégesis de los textos, sino que su propia mirada toma la estética vital del autor y la hace crítica.

Los siete capítulos de Walser, traductor del limbo, proponen un paseo por Walser y este paseo, como bien lo señala Vanesa, “no es el recorrido que produce una historia, sino que es una sucesión de instantes que transcurren y se disuelven” (22).

Cada capítulo es un instante de lectura donde Vanesa desgrana la textualidad Walseriana y la sitúa en diálogo con otros relatos, con otras voces, con otros autores. Desde el inicio, la figura del Yo en exilio se convierte en la imagen central de Walser y su escritura, ese Yo siempre partiendo, siempre yéndose pero que no termina de llegar. Como siempre se está yendo, esta escritura se desborda. El exilio como estado de dislocación permanente del ser. El desarraigo es para Walser una manera de vivir, organizando una lógica que lo coloca fuera de la circulación literaria y vital. El exilio, no es una situación de excepción, sino su manera de estar en el mundo, su manera de vivir y, al mismo tiempo, de escribir. La de Walser es una escritura del exilio que no depende del desarraigo o dislocación geográfica sino del desarraigo de s’i mismo. ¿Cómo asirla, entonces? Vanesa nos dice: “en esta poética teórica, voy a decir que cada vez que escribo Walser, no pienso en él, no pienso en ese hombre delgado, grosero y elegante, caminante sin par, bebedor de cerveza en cantinas dispersas a la vera o entreveradas en los bosques de los Alpes, no: solo pienso o vibro en la letra, tan corpórea y tan evanescente, tan salida de sí, tan pariéndolo como si fuera su propio hijo, afuerísima, letra afuerísima del cuerpo, fugada del yo”. (23)


Y entonces, la felicidad, y entonces, el limbo. Walser es también un exiliado del deseo, se sitúa en esa lengua menor que recurre siempre a la intemperie como la zona donde la felicidad se puede escribir aún a riesgo (o quizás por eso mismo) de quedar entre, aquel lugar donde nadie ve pero nadie tampoco escucha. Vanesa detecta este limbo y esta soledad primordial de Walser. Él, que no era escuchado, que era ninguneado, que era exiliado, ha encontrado en Vanesa Guerra un oído atento, un oído que le ha abierto la puerta de su casa, una escucha que le da hogar. ¿Y qué es la amistad sino esa escucha amorosa, ese darle habitación?  Celebro la aparición de este libro y nuestra amistad, que es, como ella lo indica “una clase de amor que festeja y sostiene bien las ideas” (83)



con Claudia Salazar y Daniela Mac Auliffe 



Fotos en la librería Volcán Azul- Córdoba, Argentina 2018


Nota que viene al caso > en 2012 en Buenos Aires, presentábamos junto a Claudia Salazar Jiménez y otras amigas  "Voces para Lilith. Literatura contemporánea de temática Lésbica Sudamericana"  Estruendomudo, Peru 2011. Celebrábamos, entonces,  la hermosa y vastísima antología, primera en su apuesta, compilada entre Claudia y Melisa Gheza. Aquellos días fueron vividos en manada y a pura amistad.  



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